Les quiero contar rápidamente nuestra historia. Pippa es un negocio familiar. Lo fundamos la Fran, que es mi señora y yo. Nos conocimos con la Fran siendo vecinos. Y nos pusimos a pololear siendo vecinos. Mala idea. Y emprendimos juntos siendo pololos. También una mala idea 😉
La Fran es diseñadora de vestuario y yo, ingeniero civil. Ambos con emprendimientos anteriores. Pero finalmente no lo hemos hecho tan mal. En un lapso de 11 años, pasamos de tener una tienda en el Drugstore “atendida por su propia dueña” a tener 6 tiendas físicas más el canal online. Seguimos siendo chicos, pero cumplidores.
Hoy en Pippa somos un equipo de 24 personas.
Cuando tienes una empresa, en la que tu socia es también tu señora, es inevitable querer que la ética y la cultura dentro de la organización, se parezca a lo que buscas día a día dentro de tu propia casa.
En chileno, con la Fran no hacemos trampa ni somos winner. No nos saltamos la fila. Perdonen el ejemplo, pero en un taco, no nos vamos por la berma para andar más rápido. De hecho, somos de esos pesados que les bloqueamos el paso a esa gente porque pasarse por la berma es realmente un peligro.
Y claro. Uno emprende porque tiene una idea de negocio, un sueño, incluso puede tener una motivación altruista, pero también emprendes porque tienes que pagar las cuentas. Tienes que pagar el arriendo, el supermercado, el jardín infantil, etc.
Entonces vas a buscar que tu negocio sea rentable. Ojalá lo más rentable posible. Pero ojo, sin hacer trampa. Y esto no es sólo “cumpliendo la ley” sino que entendiendo y haciéndote responsable de la posición que te tocó en la sociedad y también del impacto que generas con tus decisiones. Sin esto, no podríamos irnos a dormir tranquilos con la Fran.
Así las cosas, y de manera súper rudimentaria, medio a prueba y error, hemos sido capaces de ofrecer cosas buenas para nuestro equipo y para las personas que se relacionan con nuestra marca:
• El sueldo de nuestras vendedoras es un 40-60% sobre el sueldo promedio que se paga en el retail.
• Siempre hemos cumplimos el Desafío 10x.
• Nadie en Pippa trabaja más de 40 horas a la semana.
• En nuestras tiendas, creamos un sistema de turnos que haga realmente compatible el trabajo con la vida familiar (algo difícil cuando funcionas en malls).
• Capacitamos a todo el equipo permanentemente, no sólo en cosas relacionadas con el negocio, sino que también con desarrollo personal: educación financiera, meditación, bienestar, maquillaje, incentivamos el deporte, etc.
• Les pagamos al día a nuestros proveedores. Nuestro plazo promedio de pago es de 9 días y el 52% de las facturas están pagadas en 1 semana o menos.
• Cuando produces en otros países, tienes que mirar cómo se hacen tus vestidos. En esta industria la precariedad laboral es un tema. Nosotros viajamos regularmente a India para visitas las fábricas y conversar con los dueños.
• El respeto por el medio ambiente está en nuestro ADN: diseñamos y producimos prendas que no sólo te duren harto sino que también estén vigentes por más de una temporada; nuestras vitrinas son modulares y se reutilizan a lo largo de las distintas temporadas; en modo economía circular, creamos collets con los retazos de producciones anteriores; obviamente cumplimos con la ley REP, pero además financiamos recolectores de base para aumentar nuestras cuotas de reciclaje; compostamos la materia orgánica que se produce en nuestra oficina; nuestros packaging son amigables con el medio ambiente; y también aprovechamos la resonancia que tenemos en las redes sociales para hacer un poco de educación ambiental.
• También ayudamos de manera permanente a fundaciones y a causas sociales. Sólo un ejemplo, en conjunto con una fundación, aprovechamos retazos de producción para hacer unos muñecos y los vendimos en nuestras tiendas. El 100% de esa venta la transferimos a esa fundación.
En esencia, lo que quiero transmitir es que no es aceptable que tus logros, sean a costa de otros, del ambiente, de las personas que trabajan contigo, de tus proveedores, de las comunidades en general o implique acciones deshonestas. Y esto no es sólo una cuestión ética sino que también de supervivencia. Nunca olvidemos que no estamos solos en el mundo.